Revista Guajira
Con música, palín, juegos, cuentos y muralismo, agrupaciones de Puente Alto conmemoraron un ciclo de restauración ambiental y empoderamiento territorial infantil y juvenil.
Con música, palín, juegos, cuentos y muralismo, agrupaciones de Puente Alto conmemoraron un ciclo de restauración ambiental y empoderamiento territorial infantil y juvenil.
La Villa Don Ramón de Puente Alto se vistió de fiesta el sábado, celebrando con la comunidad del barrio el primer año de existencia del colectivo Tierra de Niños Mapu Wangülen, agrupación infantil que reúne a más de veinte pequeños entre 4 y 13 años, con directiva propia, que también integran algunos adultos del barrio y educadores populares, tejiendo redes con agrupaciones locales.
En la esquina de Ramón Venegas con Chile Chico, junto a la Sede Vecinal y el Consultorio, se encuentra un sitio que por mucho tiempo estuvo al abandono, hecho que los vecinos del barrio lamentaban dado el descuido, basura y malos ratos asociados al lugar.
A comienzos de agosto del año pasado, Roberto Ovalle del Centro Cultural Pablo de Rokha, conoció por intermedio de un amigo a Viviana Salgado y Claudia Astudillo, profesionales de la educación que desde hace cuatro años trabajan en la promoción de la metodología Tierra de Niños para proyectos agroecológicos urbanos. Ellas habían cumplido un ciclo de tres años en otro sector de Puente Alto y estaban buscando un lugar donde continuar con un nuevo proyecto.
Este lugar presentaba necesidades de acción colectiva y fue así como comenzó la convocatoria a los niños, quienes llegaron de a poco y tímidamente, hasta que el entusiasmo se instaló al punto de motivarlos a rediseñar el espacio, limpiando, descontaminando, restaurando, sembrando y plantando. Fueron creando espacios, un lugar dentro de un terreno antes eriazo.
Así nacen la zona de la amistad, el área de juegos, el invernadero, el reciente mural y próximamente la mini-laguna. Son intervenciones en favor de la naturaleza que por una parte ayudan a los niños y niñas en el empoderamiento de su organización y por otra parte en la incidencia pública vinculada a temas que les afecten.
Cumpleaños y ancestralidad.
La jornada del sábado fue todo una fiesta para los niños y niñas. Cada uno pudo entregar palabras a los asistentes, escuchar cuentos, música, pintar, jugar y aprender de la ancestralidad mapuche. La agrupación Trawün Puente Alto convocó al juego de palín a los adultos y niños, enseñando a pedir permiso a la Madre Tierra, a conocerse y descubrirse. Francisca Werth sorprendió con la historia del ‘Monstruo del refrigerador’, Charo Segovia encantó a todos con sus canciones, mientras que las vecinas y vecinos se pusieron con unas ricas pizzas. También el Colectivo Artístico Pelwenu concluyó el mural que venía realizando hace un par de jornadas con los niños de la agrupación, plasmando en los muros la convivencia armónica y hábitat de las especies del huerto que crece en el lugar.
Los representantes de la agrupación, Emily y Maximiliano, agradecieron públicamente a todos los asistentes por el gran compromiso de los niños y el apoyo de los adultos. Dejaron igualmente en claro que deseaban cumplir muchos años más con esta acción colectiva, que ya ha dado sus frutos, entregando a cada niño la alegría de estar juntos en un espacio recuperado a la ciudad para la naturaleza y la vida comunitaria.