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De la selva peruana a una tierra de niños





Puente Alto-Santiago, Chile
Al doblar la esquina, se abre un estrecho pasaje de casas y jardines pequeños bien cuidados. Como telón de fondo, la Cordillera de los Andes impone su presencia. Estamos en la Villa San Carlos de Puente Alto, alejados del centro de Santiago, lugar donde el aire es más puro y los ruidos menos estridentes. A poco andar descubrimos un TiNi, una “Tierra de Niños”; 

“Pese a estar en zona urbana, se trata del lugar ideal para que desde el mundo de la infancia, se construyan una cultura de afecto y unidad con la naturaleza”, indica Viviana Salgado, fonoaudióloga y responsable de un inédito proyecto de eco-barrio infantil que tiene sus raíces en la selva peruana.

La idea se gesta en el Bosque de los Sueños, en plena jungla amazónica, donde el ambientalista y hombre de ciencias Joaquín Leguía, pone en marcha la Asociación para la Niñez y su Ambiente (ANIA), así como una nueva metodología de aprendizaje, “metodología de los tercios”, que promociona valores y derechos infantiles vinculados al medioambiente.

Viviana viaja a Perú, descubre el trabajo de Leguía, aprende el método y lo pone en práctica gracias al apoyo de la Junta de Vecinos de la Villa San Carlos.

“ANIA busca reconectar a los menores de edad con el lugar en el que viven, a través de un espacio de tierra concedido por adultos, un TiNi. Allí los pequeños aprenden a plantar, cuidar el agua, generar biodiversidad y lazos afectivos con el entorno natural, convirtiéndose en “guardianes” del medioambiente. Junto con fortalecer la autoestima y los vínculos con el resto de la comunidad, implementan acciones que benefician a tres actores: a ellos mismos, a los otros (sus familias, vecinos, amigos) y a la naturaleza. A esto se le llama la metodología de los tercios”, agrega Viviana.

La meta de ANIA consiste en lograr que los TiNi se multipliquen en el continente latinoamericano y en otras regiones, así como también inspiren la creación de un nuevo indicador de desarrollo que tome en consideración el aporte de las personas menores de 18 años al bienestar de la sociedad.

Y los avances son notorios. Poco a poco la iniciativa se extiende en diversos puntos del planeta. India, Japón, Canadá, Australia, así como también en Bolivia, Brasil, Paraguay, Colombia, Chile, llegando hoy a Puente Alto vía esta experiencia barrial que involucra a diversos actores locales.

“A excepción de Puente Alto, el resto de los TiNi de Chile (La Serena, Valparaíso y Santiago) están vinculados a la educación formal impartida en escuelas privadas o bien a ONGs. A mi entender, somos la única TiNi de barrio existente en el país. Auto-gestionados, contamos con poco apoyo externo”, agrega Viviana.


"La tierra se está regenerando"


Mientras las monitoras de "Tierra niños" Puente Alto nos muestran la huerta y la llamada “zona de cariño” junto a una mesa donde los pequeños resuelven sus conflictos entre pares a través del diálogo, Javiera hunde sus manos en la tierra. “Mira, primero limpias, luego haces un hoyito en el suelo, pones las semillas, vuelves a cubrir con tierrita buena, riegas, luego crece el tomate y al final lo cosechamos. Ya hemos comido varias veces las verduras plantadas”, nos cuenta la pequeña guardiana de la naturaleza.

Por su parte, Lucas y su amigo Benjamín, corren tras un perro callejero que desde hace un par de meses fue adoptado por el grupo.

Los integrantes de “TiNi” Puente Alto rebautizado como “Tierra amigos” por los propios niños, no superan los 13 años de edad. Sin embargo, la mayoría ya sabe cómo se plantan porotos, de qué manera se cuidan agua o aves y cómo se administra un espacio común. De hecho, cuentan con una directiva interna que cambia regularmente para que cada miembro del grupo asuma roles de dirigencia. “Todos hemos sido alguna vez presidentes, tesoreros, secretarios”, señala Benjamín.

Claudia Astudillo, una de las monitoras voluntarias, destaca el carácter lúdico, así como la participación de los niños en el diseño del lugar. “La idea es que vivencien el espacio y que imaginen algunos de los elementos que quieren incluir en su tierra, zona de juegos por ejemplo, respetando la existencia de sectores pre-establecidos, tales como los huertos”.

Mientras, para Mariela del Valle, una de las mamás que trabaja activamente en esta iniciativa, el éxito del proyecto depende en parte de una mayor implicancia de la Municipalidad. “Antes de ser una “tierra de niños”, este lugar era un pasaje al abandono, foco de delincuencia y de acumulación de basura. Iniciamos trámites para solicitar el cierre del lugar. Reunimos firmas de los vecinos, pero la cosa no se concretaba. Entonces decidimos nosotros mismos cerrar con rejas. Con el tiempo la Municipalidad nos permitió usar el lugar para los niños. Sin embargo, nos hace falta apoyo para mantención, cortar pasto, desmalezar, porque hasta ahora somos nosotros mismos quienes nos hemos hecho cargo de ello, incluso el agua para el riego viene desde mi casa”,señala Mariela.

ANIA por su parte plantea la necesidad de "migrar de una cultura de desunión con el mundo natural a una de unidad y amor con el mundo natural”. Sin embargo, agrega que “es imprescindible que la sociedad haga un frente común y genere las condiciones necesarias para que las niñas y los niños desarrollen las capacidades para vivir en armonía con la naturaleza”.

Lo que se busca es crear las bases de un nuevo modo de vida a través de acciones que generen impactos reales en el medio. “Aquí en la Villa San Carlos, la tierra era muy mala, seca, árida. De a poco empezamos a plantar llantén, caléndula. Hoy el suelo es rico en materia orgánica y todas las semillas germinan. La tierra se está regenerando y los niños contribuyen a esa tarea”, destaca Viviana. 



Más informaciones: Mundo de ANIA

1 comentarios:

Anónimo dijo...

El proyecto lo encuentro excelente, realmente felicito a Vivi y claudia y por supuesto a todos los niños y familas involucrados; no sabía en que consistía el trabajo de "Tierra amigos", ahora ya se. Muy bien escrito Marce.

Alejandra P

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